martes, 19 de enero de 2010

Viaje a la Rioja Alavesa

El ritmo frenético del día a día nos invade, asi que decidimos pasar un fin de semana diferente que, aúne cultura, gastronomía, salud, deporte y naturaleza.Rioja alavesa nos lo ofrece. Quedamos en el parque de la Florida a las 9 h y puntuales, nos dirigimos hasta Laguardia. Nos alojamos en el Hotel Villa de Laguardia. Dejamos el equipaje y nos dirigimos a Ysios (mandamos foto), bodega diseñada por Santiago Calatrava, donde hemos reservado una visita guiada en la que nos revelan los secretos de la elaboración del vino. Tras recorrer sus impresionantes instalaciones, realizamos una cata comentada. Descubrir un abanico de matices en los caldos que nos presentan se convierte en un juego divertido y estimulante, que nos abre la boca para el sabroso menú tradicional que nos espera.

Tras la comida, decidimos dirigirnos al Paseo del Collado, un romántico lugar que bordea la muralla, mientras admiramos las impresionantes vistas panorámicas.

*+
La Sierra de Cantabria. El cielo nos regala instantáneas plagadas de color. Verdes, amarillos y azules en plena armonía. Llegamos al centro del paseo, donde se encuentra, cobijado bajo un templete de estructura metálica, el busto del fabulista Félix María de Samaniego, natural de Laguardia.

Regresamos al hotel y optamos por un menú ligero regado con un exquisito vino de la región. Dentro de una hora tenemos un tratamiento de vinoterapia. La vid roja contiene sustancias antioxidantes. Un buen masaje nos deja "como nuevas" y la sonrisa preside nuestro rostro. Mañana nos espera otra etapa.

Luego nos trasladamos a Elciego otro precioso pueblo de nuestra ruta del vino. Una de las cosas por las cuales se ha hecho más famoso, es por las bodegas del Marqués de Riscal, donde Frank Gehry ha diseñado el famoso hotel. Verdaderamente, su colorido cambiante por la luz es sensacional.
Nos acercamos a otro precioso pueblo Labastida.

Para cuando nos dimos cuenta era nuestro ùltimo día en La Rioja y con tristeza, para despedirnos de este rojizo paisaje, arropado por la Sierra de Cantabria, de diverso colorido, cálidos olores, amplias y fáciles sonrisas "gracias a la ayuda del tinto", por supuesto que no falte. Con nuestra gran sonrisa "puesta", entramos las cuatro al restaurante, decididas por las patatas con chorizo, las chuletitas de cordero y el vinito que nos aconsejen.

Luego, ya vinieron los postres y el goloseo con el café, acompañándonos en la tertulia, para comentar la huella que La Rioja nos ha dejado a cada una: conversaciones con la gente, risas, chascarrillos, algún que otro cántico, también algún ligue... y muchos amigos. Sin dudarlo, repetiremos.......